"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

El restaurante más viejo de Paris


En París es fácil comer bien. Puedes encontrar un buen restaurante en cualquier rincón y aquellos que como yo disfrutan con la comida se vuelven locos ante tanta oferta gastronómica, pero hay un restaurante que os recomiendo especialmente. Es un restaurante que presume de ser el más viejo de París, y que abrió sus puertas en el año 1686. El Restaurante Le Procope, ha visto entre sus paredes debatir a Rousseau, Voltaire, Robespierre, Marat o Benjamín Franklin, en mil tertulias.


Cuando traspasé sus puertas junto con mi hermana, mi marido y mi cuñado, me encontré en un ambiente de maderas y porcelanas antiguas, teniendo la sensación de entrar en el túnel del tiempo. El mobiliario, la cubertería, el menaje, la decoración, TODO, te hace pensar en otra época. Y el olor….. bueno el olor lo llevábamos nosotros, porque justo antes de entrar a cenar pasamos por una fromageriè y compramos algunos quesos, que, aunque nos los envolvieron muy bien, empezaron a desprender su aroma en mitad de la cena y rompieron el hechizo. Eso sí con los efluvios del vino rompimos a reir y ya no pudimos parar el resto de la velada.
 

En Le Procope se pueden degustar múltiples platos tradicionales, como el gallo al vino, los “escargots” o la sopa de cebolla, pero sobre todo entrar en él, es como coger un trocito de historia.


Además, para satisfacción de los bolsillos no muy boyantes, dispone de unos menús que te permiten disfrutar sin dejarte el sueldo.


Le Procope está cerca del barrio de Saint Germain, 13 rue de l'Ancienne Comédie - 75006 Paris, pero yo os recomiendo que si entráis por ahí, salgáis luego por la parte posterior, y desde allí entrar en una callejuela interior, donde vivió Tobías Scmit, el primer constructor de la guillotina, y donde se conserva el el "pas-de-mule", "peldaño" de hierro para subir a las caballerías; y así,la sensación de estar en otra época será aún mayor.
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