"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Baba de camello

Os presento la baba de camello, el postre estrella de este verano, el postre que mas éxito ha tenido y que he repetido hasta la saciedad tanto las veces que lo he hecho como las que lo he comido, con los kilos de mas que eso conlleva, pero que junto con las tapitas, los aperitivos y las cervecitas, como todos los veranos, hacen que la báscula se resienta y que entremos en la operación post-bikini antes de que los kilos de las fiestas navideñas se unan y puedan con nuestro vestidor.



Un postre increíblemente sencillo y rico que nos ha descubierto mi tía María Jesús, os la presenté cuando me dio la primera receta de su delicioso flan de café que tanto triunfa en reuniones familiares y después volvió con una aportación salada de aperitivo en forma de paté de atún y mejillones

Si habéis leído alguna de las dos recetas anteriores sabréis que María Jesús es ciega y como podéis comprobar eso no la impide cocinar delicias como esta.

Yo no conocía este postre, de hecho pensé que era inventado por ella al igual que el curioso nombre, pero no es así, la "baba de camello" es un postre típico portugués que a primera vista y en la primera cucharada te recuerda al caramelo o al dulce de leche y cuya textura es tan característica, esponjosa, tipo mousse que bien frío incluso metido un rato al congelador es un peligro porque no sabes cuando parar. 

Otro punto a su favor y para mi super importante es que no mancha nada, nada, nada... ;-)

Ingredientes para 6/8 personas:

- Un bote de 370 gr. de leche condensada
- 5 huevos

















Preparación:

Cocemos la leche condensada, colocamos la lata en la olla exprés con agua y cocemos desde que empiece a silbar a fuego medio unos 45 minutos.
Enfriamos en agua y abrimos con cuidado.


Separamos las claras de las yemas y vertemos la leche condensada en un bol amplio.
Mezclamos las yemas con la leche condensada con ayuda de una varilla de mano hasta conseguir una crema suave.


Montamos las claras a punto de nieve.


Incorporamos las claras a la mezcla de la leche condensada con las yemas y mezclamos muy bien con movimientos envolventes hasta homogeneizar completamente.


Vertemos en una fuente para servir, tapamos con papel film y dejamos enfriar en la nevera al menos 24 horas.


Decoramos con nueces.


Serviremos la ración individual con una nuez.


Un sabor delicioso en una textura sin igual, fresco, esponjoso ... no se imagina si no se prueba ;-)


Gracias de nuevo María Jesús.


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