"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

¡Asturies, que guapina yes!, y mas con sidra y queso


"Asturies, que guapina yes" es la frase escrita en la pegatina que mi padre orgulloso puso a su flamante 600. Mi padre no era asturiano, pero el primer viaje que hizo con su familia con coche propio estuvo siempre en su memoria. Era el verano del 67 y después de 10 meses de espera, por fin le habían entregado el famoso utilitario a finales del año anterior. Así que, a las 4:30 de la madrugada de un día de julio, montó en el coche a su mujer y a las tres hijas que tenía entonces y cogió rumbo al Norte.

En aquella época, los coches no tenían aire acondicionado y además el 600 se calentaba una barbaridad, por lo que había que salir tempranito porque en el viaje había que hacer paradas buscando una sombra para enfriar el coche, je, je

Cuento esto porque hace unos fines de semana que he repetido con mi marido el viaje realizado con mis padres, pero muuuuuuuuuchos años después. En Asturias he estado en bastantes ocasiones más, de hecho a mi padre era uno de los lugares que más le gustaba visitar cuando eramos pequeñas. Recorriamos un montón de pueblos, pero siempre dormiamos en Gijón. Ya de mayor siempre que iba a Asturias iba a la parte oriental y a Oviedo.


Esta vez han sido sólo dos días y medio, pero en cuanto vi la playa de San Lorenzo mi corazón recibió la primera punzadita. El día estaba tontorrón y la fina lluvia aparecía y desaparecía, pero eso no iba a impedir que pisase la arena de la playa bajando por "La Escalerona".



Antes del viaje pedí a dos buenas amigas blogueras asturianas, Isabel de "Aliter Dulcia"  y a Ana de "¿Cuántas horas tiene el día?" que me hiciesen alguna recomendación. Las dos son estupendas y además de unos blogs maravillosos, siempre están dispuestas a ayudarte en lo que puedan, así que en un momento tenía sendos correos electrónicos diciendome sitios a los que acudir. ¡Gracias chicas!

Nada más dejar los bártulos en el hotel, como he dicho antes nos fuimos al paseo del Muro de San Lorenzo. ¿No es maravilloso tener la playa en el centro mismo de la ciudad? ¡Qué envidia!. Continuando por el paseo, llegamos a Cimadevilla, la parte más antigua, donde se puede encontrar vestigios romanos.

 
Situada en una vertiente del cerro de Santa Catalina, cerro con unas magníficas vistas y coronado por una escultura de Chillida "Elogio del Horizonte".


También encontramos la casa natal de Jovellanos, ahora convertida en museo, donde además de otras pinturas, pude ver algunas esculturas de Navascués.

Siguiendo con el paseo me encontré con un sinfín de edificios singulares con algunas casas blasonadas. 


En el casco viejo tenemos también la Plaza Mayor, rodeada de edificios con arcos y llena de sidrerías, que después del paseo es lo que empieza a apetecer. Sidra natural bien escanciada y una tapita, cambio de local y a repetir la operación. Después de tres o cuatro locales te dan ganas de empezar a cantar el himno asturiano, je, je.


Pero además de Gijón, tuvimos la oportunidad de ir a tres pueblos próximos, todos con un encanto especial.

Candás, pueblo marinero con unos miradores increíbles al Cantábrico, en el que podemos quedarnos extasiados ante los acantilados.


Luanco, pueblo situado en un promontorio sobre una bahía, con un puerto pesquero y la iglesia de Sta. Mª de la Anunciación, que yo al ver su torre pensé que era un faro, je, je.


Bordeando la iglesia encontramos una calle que nos lleva a el puerto. Es para verlo, es precioso. Podéis observar por las fotos como pasabamos de la fina lluvia a un sol expléndido.

Sta. Mª de la Anunciación vista desde el Puerto


En el puerto visita obligada a otra sidreria, que para eso estamos en Asturias, y allí en la sidrería "El Muelle" nos tomamos unas parrochas que quitan el sentido.

Y de ahí a Cabo de Peñas, donde se encuentra el faro asturiano más importante.


El último pueblo que visitamos fue Cudillero, un pueblo pesquero muy singular, baja por la falda de la montaña para terminar con sus casas casi en el mar.


Por supuesto, como en todas las escapaditas que hacemos mi marido y yo, no podemos olvidarnos de la gastronomía. Estuvimos en las jornadas "Asturies el pais de los 40 quesos", aunque el marido de una amiga mía que es asturiano dice que hay muchos mas, el Afuega'l Pitu lo he descubierto esta vez y ya lo tengo fichado.


Degustamos uno de los mejores pescados al horno que he comido, un rubiel que nos prepararon en una sidreria de barrio, nos tomamos unas almejas fritas que tardaré en olvidar en el casco viejo, untamos cabrales en un pan de  hogaza maravilloso también en el casco viejo........


.... Y todo ello regado con sidra, que para eso estabamos en Asturias.


... Y por supuesto cargamos el maletero con productos de la tierra, aunque mi tio Paquín que era asturiano decía que la sidra no se puede sacar de Asturias, porque si pasa Pajares pierde fuerza. Yo digo que el puerto ya no lo subo, que ahora voy por la autopista, je, je


Bon Appétit
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