"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Bacalao a la vizcaina sin vigilia


Me gustan las tradiciones de todo tipo, como tontas y listas por San Isidro, roscón de Reyes el 6 de enero (sin nata, por favor) y torrijas en Semana Santa. Sin embargo hay algo con lo que he luchado desde que era pequeña y es el bacalao de vigilia. El bacalao me gusta y en casa se prepara a menudo, pero una espina de la infancia me impide prepararlo en esas fechas. La espina no es del bacalao, no, la espina es virtual. Nunca he entendido la vigilia. De pequeña siempre me preguntaba porque se respetaba si te zampabas una langosta y cometías pecado mortal si comías un pellizquito de mortadela. Esa incongruencia me ha hecho revelarme año tras año, hasta que decidí que daba igual, que si me apetecía bacalao en Semana Santa lo prepararía, pero eso si, mi bacalao NO era de vigilia.

Os cuento esto porque durante más de dos años hemos participado "tradicionalmente" en el reto de "Tía Alia". La tía Alia no era una tía nuestra, sino de Carmen, a la que casi todos la conocemos con la coletilla "Tía Alia" , pero después de tanto tiempo preparando sus recetas en el reto mensual, ya era un poco tía de todos. 

Ahora que Alia se ha ido, Carmen ha decidido decir adios al reto con una última participación, pero esta vez dejándonos elegir la receta que quisieramos del famoso recetario. Yo he elegido el bacalao a la vizcaina porque me ha recordado a las luchas que tenía con mi padre en Semana Santa, ¡las echo tanto de menos!. Esta receta va también por él, era uno de sus platos preferidos. ¡Pero mi bacalao sin vigilia, papá!


Ingredientes:

Elaboración:

Podemos usar bacalao congelado en su punto de sal, suele salir muy jugoso. Si usamos bacalao seco  tendremos que ponerlo en remojo en agua fria 48 horas antes y cambiar el agua 3 veces en esas 48 horas. Secamos bien los trozos de bacalao con papel absorvente y lo pasamos ligeramente por harina. En una sartén con un poco de aceite de oliva freimos ligeramente el bacalao para que se selle y luego vamos colocando los trozos en una cazuela de fondo ancho.


En el mismo aceite de freir el bacalao, rehogamos la cebolla cortada en juliana y los ajos laminados. Cuando empiece a dorar añadimos el vino blanco y dejamos que se evapore el alcohol durante 5 minutos. A continuación añadimos el tomate frito y los pimientos asados en tiras. Lo mezclamos bien todo.


Vertemos esta salsa de tomate sobre el bacalao, cortamos los huevos cocidos en cuartos y los colocamos alrededor. Ponemos la cazuela a fuego lento y dejamos que se haga durante 10 minutos, teniendo cuidado de mover continuamente la cazuela para que no se agarre la salsa al fondo.

Podemos servir caliente, pero es un plato que a mí también me gusta frio, por lo que se puede llevar en el tupper de la oficina.

Bon appétit




Imprime esta receta