"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Torrijas de natillas con salsa de frambuesa


Ya estamos en Semana Santa y como es tradición en casi medio mundo podremos degustar las típicas torrijas de estas fechas, así que no podemos ser los únicos que no sepamos hacerlas, por lo que he decidido daros esta receta que, con algunas variantes, haremos que sean algo mas originales, hay que renovarse. Por supuesto, he cogido la idea de Eva Arguiñano, que como ya sabeis sigo y admiro.

Como curiosidad os diré que existen recetas de torrijas datadas desde la Antigua Roma:
-El gastrónomo romano del siglo I d.C, Marcus Gavius Apicius, escribió sobre las torrijas en su libro "De re coquinaria": Rompe siligenas (galletas de trigo), baña las en leche, tuesta las en aceite, riega las con miel y sirvelas.


Además es un dulce internacional con muchos nombres:
En Alemania las torrijas se llaman Arme Ritter (caballeros pobres), los franceses llaman a su versión pain perdu, o sea, pan perdido y los ingleses llaman a algo parecido nada menos que poor knights of Windsor (pobres caballeros de Windsor). Dicen que tanto en Inglaterra como en Alemania en el siglo XIV los caballeros empobrecieron tanto que el pan era el único alimento de su alcance que pudieron pagar. De ahí viene el nombre.
Para los americanos las torrijas se llaman French Toast, los Suizos dicen Fotzelschnitten y los Austriacos y Bávaros Pofesen o Pavesen.
De la manera que sea su nombre, y aunque son muchas las variantes a la hora de preparar unas torrijas, todas ellas tienen en el pan asentado, la leche y los huevos sus ingredientes principales.
En esta ocasión nuestra variante será el baño, que en lugar de en leche, como las tradicionales, las bañaremos en natillas... uummm

Para prepararlas necesitaremos:
Una barra de pan duro, 6 huevos, 3/4 de litro de leche, azúcar, canela en rama, harina, aceite, canela en polvo, una cascara de naranja y para acompañar mermelada de frambuesa.
Cortamos el pan en rodajas de unos 2 centímetros ladeando un poco el cuchillo para que salgan mas alargadas, de este modo:  


Vamos a preparar las natillas para bañar nuestro pan: simplemente se pone la leche en una cazuela junto con la canela en rama, la cáscara de naranja y el azúcar, removemos y esperamos hasta que rompa a hervir, mientras, separamos las claras de las yemas y batimos estas últimas, junto con un poquito de la leche caliente de la cazuela, cuando espumen las añadiremos a la cazuela y removeremos hasta que empiecen a espesar, la apariencia debe ser anaranjada y con cuajado de huevo.


Disponemos el pan sobre una fuente amplia y vertemos encima las natillas. Dejaremos en remojo una media hora o así, para que ablande bien la corteza del pan.


Pasado este tiempo rebozamos con cuidado en harina y freímos en aceite caliente a fuego moderado hasta que doren.


Al sacarlas las ponemos sobre papel absorbente para quitar el exceso de aceite.
En un plato hondo mezclamos azúcar con canela en polvo, enbadurnamos las torrijas y las disponemos en una bandeja.


Para la presentación aprovecharemos las natillas que han quedado en la fuente donde las hemos bañado y las afinaremos con la batidora.











En un plato bonito pondremos una torrija, con ayuda de una cuchara extenderemos un poquito de mermelada de frambuesa y pondremos también una cucharada de natillas, el diseño lo dejaré a vuestro gusto, cada uno que improvise.


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