"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Mayrit - Magerit - Madrid - Siete paradas gastronómicas


Una quedada de amigas nos ha servido de excusa para recorrer de nuevo las calles de nuestra ciudad. Los que nos leéis habitualmente ya estaréis hartos de oírnos decir lo que nos gusta Madrid. ¡Qué le vamos a hacer! Son muchos los fines de semana que recorro sus calles simplemente para admirarla, sobre todo desde la zona llamada de “los Austrias” y toda la zona “Centro”, es decir los orígenes del antiguo Magrit árabe, y esta vez no iba a ser diferente ¿O sí?.

El palacio Real y calles cercanas


Seis amigas, todas bloggers se van a comer Madrid. ¡Literal! Cada una de nosotras había elegido un sitio donde hacer una parada y cada una de nosotras había dicho que tapa, ración o pincho íbamos a comer en esa parada. ¿Así sin más? Noooo, antes había que empaparse en un poquito de historia, por lo que elegimos uno de los recorridos turísticos de la zona: La Muralla árabe.

"La Perejila" con buenas tapas andaluzas, la iglesia de San Andrés y el palacio de los marqueses de Paredes

Sobre el origen del nombre de la ciudad hay muchas versiones. Algunos dicen que viene de "Matrice" que significa madre de aguas, y es que Madrid estaba llena de arroyos, y hoy muchos de ellos dan  nombre a sus calles. Los árabes la llamaban Mayrit y los cristianos Magerit en latín. En el siglo IX se construyó una atalaya en el lugar que hoy ocupa el Palacio Real, y enseguida se asentaron viviendas alrededor, configurando una pequeña villa, por lo que esta muralla se construye alrededor de esta villa para su protección.

Arco de cuchilleros, edificios de singulares y el mercado de San Miguel

Restos de la muralla cristiana dentro de un bar

Realmente la visita turística, aunque curiosa, no es de las más interesantes, ya que de la muralla no queda casi nada. El trozo más grande se encuentra junto al Palacio Real, y luego podemos ver pequeños vestigios en el aparcamiento de la Plaza de Oriente y en los sótanos de algunos locales de la zona. En el paseo nos encontramos también con algunos restos de la muralla cristiana, todos ellos también dentro de algunos edificios.

Tipica corrala que se puede ver en "La Posada del León", al igual que restos de la muralla en el suelo de la misma. En la misma calle tenemos "Casa Lucio", famosa por sus huevos rotos

Perdernos por las calles de "El Centro", ver edificios llenos de historia, y encontrarnos con establecimientos centenarios, es otro de los atractivos de estos paseos, sobre todo si haces alguna parada logística para quitar la sed con una "cañita" de cerveza o un "chato" de vino.

Una barbería centenaria, "Casa Botín" el restaurante más antiguo del mundo y la cruz de "Puerta Cerrada"

Una vez finalizada la visita cultural, empezamos con la otra, la de verdad, la de recorrer las calles de Madrid contemplando sus rincones, sus edificios, imaginando las historias que se habían fraguado detrás de algunos muros y por supuesto reponiendo fuerzas en el camino :)


Empezamos, como debe ser en el Kilómetro 0


En el plano guía que elaboró Nieves teníamos perfectamente señalizados nuestros lugares de interés. 


Empezamos por uno de los aperitivos más clásicos de Madrid, las patatas bravas, y para ello fuimos al lugar donde nacieron "Las Bravas". Aquí crearon la salsa, y aquí registraron el nombre de esta salsa que ya es conocida por todos y que acabó dando nombre a la antigua taberna ubicada en el llamado callejón del gato. Como anécdota de este local, tengo que deciros que los espejos cóncavos y convexos que tiene, inspiraron la figura de "el esperpento" de Valle-Inclán en su obra Luces de Bohemia.

Las Bravas


Desde "Las Bravas" subimos hacia la plaza de Santa Ana para encaminarnos seguidamente a la calle Huertas, calle bulliciosa donde las haya, llena de tascas, bares y tabernas donde tomar y picar algo. En el barrio de las letras, una zona que toda persona que visite Madrid no se puede perder. Las calles conservan el trazado antiguo, muchas de ellas son peatonales, y cada ciertos pasos nos encontramos con frases literarias grabadas en el suelo.  Nosotras íbamos a por uno de los platos más castizos después del cocido, los callos. Y nada mejor que "Casa Alberto" para degustarlos con un vermú de grifo, un buen vino, o una caña de cerveza bien tirada. Desde 1827 esta taberna restaurante que ha sido lugar de encuentro de escritores, nos deleita con los platos más clásicos de la gastronomía madrileña. Además de los callos hacen unos caracoles para chuparse los dedos y las albóndigas y el rabo de toro ni te cuento. Allí no buscamos comodidades, si consigues una mesa fabuloso, sino, de pie en la barra.

Casa Alberto y su ración de callos a la madrileña

Después de haber rebañado con pan hasta la última gota de salsita, caminamos nuevamente a por la siguiente etapa. El paseo por Madrid es agradable, vamos mirando edificios, cruzamos la calle Sta. Isabel dejando a un lado el antiguo cine Doré y bajando por Tres peces nos encontramos con "La Caleta" una taberna gaditana en pleno corazón de Madrid. Y unas de las mejores frituras de pescado que se pueden comer en la capital. Y no sólo la fritura es impresionante de buena, hacen también unos arroces para chuparse los dedos, pero en este viaje no íbamos a por arroz, ibamos a por unos boquerones y unas acedías fritas, que te ponen en papelones de estraza y que junto a unas gambitas que nos pusieron de aperitivo, hicieron que celebrasemos el haber recaído allí. "La Caleta", a diferencia de los demás locales que visitamos, es de historia reciente en nuestro Madrid, pero ya se sabe, que madrileño es todo el que nace o vive en Madrid, y si llevas más de un año ya eres de los nuestros. Tengo que destacar también la amabilidad y simpatía del personal.

La Caleta


Papelón de boquerones y un vino dulce para rematar

Después de las primeras etapas, no es que tuviésemos hambre, no, pero tampoco le hicimos ascos a seguir, así que fuimos a por la siguiente etapa: las famosas croquetas de "Casa Manolo". Aquí nos quedamos algo chafadas, no es que las aclamadas croquetas de "Casa Manolo" no estuvieran buenas, pero no estaban espectaculares, y estas croquetas siempre han sido espectaculares. Este restaurante, que se encuentra justo al lado del Congreso de los Diputados, ha servido croquetas tanto a diputados de derechas como a izquierdas, esperemos que fuese un mal día y no se haya estropeado como los ilustres del edificio de al lado ;)

Un vino con un nombre muy curioso y las croquetas de Casa Manolo
Terminada nuestra respectiva croqueta de jamón, salimos a la Carrera de San Jerónimo, y después de saludar a los leones del Congreso de los Diputados paramos en "Lhardy". De "Casa Lhardy" ya os contamos como es su cocido madrileño, pero la parada de este clásico era para tomarnos una taza de un reconfortante caldo. Además de un restaurante con varios salones, algunos de ellos privados, decorados con maderas nobles, y donde el menaje de plata brilla resplandeciente, "Lhardy" es también una tienda con delicatessen, comidas para llevar, y donde se puede tomar un caldo caliente recién salido de la "bouilloire" para seguir camino.


Distintos rincones de Lhardy

Aunque estaban previstas seis paradas, antes de encaminar nuestros pasos a la sexta y última, alguien recordó que detrás de Lhardy, en la calle del pozo, se encuentra la "Antigua Pastelería del Pozo", otro establecimiento cercano a los doscientos años y una de las mejores pastelerías de Madrid. Allí son famosos sus roscones de reyes, pero también sus planchas de hojaldre de crema o de cabello de ángel. Nosotras pedimos media plancha de este último relleno. ¿Era nuestro postre? Noooooo, ninguna queríamos renunciar a nuestra última parada.

Pastelería del Pozo, su preciosa caja registradora y el hojaldre de cabello de ángel

Cruzamos de nuevo la Puerta del Sol, saludando al reloj de Madrid y a la réplica de "La Mariblanca" para seguir por la calle Arenal hasta llegar a la iglesia de San Ginés y la curiosa librería que tiene adosada a su fachada, justo esta librería da al pasadizo de San Ginés, donde se encuentra la famosa Chocolatería del mismo nombre. Famosa por su chocolate, por sus churros a hombro y por sus porras, la Chocolatería de San Ginés ha sido también lugar de tertulias. Fue la última parada prevista y también fue la que mayor desilusión no causó a todas. No es que los churros estuviesen malos, no eso no, pero estaban algo grasientos, y el chocolate tenía regusto a instantáneo. Tengo que decir en su favor que yo había estado dos semanas antes con mi marido y no había notada ninguna merma en la calidad, por lo que pienso que tuvieron un mal día, o depende de quien tengan ese día con la churrera "a hombro".

La Mariblanca mirando al reloj de Madrid


Libreria de San Ginés


Al fondo la chocolatería de San Ginés y sus típicos churros

Este ha sido el último paseo por Madrid. Si os gusta nuestra ciudad o tenéis intención de visitarla, podéis leer otras entradas dedicadas a ella:

Casa Nemesio - El Pº de la Castellana de "Las cuatro torres"

NOTA: Cuatro de las fotografías de este reportaje pertenecen a Mar Elías que nos ha permitido su publicación, Las fotos de Mar llevan, en lugar de la marca de agua de La cajita, el nombre de la autora. Desde aquí te damos las gracias .

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