La vajilla de la abuela
Antiguamente, cuando se vivía en una época ajena al consumismo, nuestras abuelas heredaban de sus mayores piezas para formar el ajuar de su casa, que completaban con otras que ellas mismas adquirían y que esperaban que algún día llegasen en el mejor estado posible a sus hijas.
A partir de mediados de los 50’ este concepto cambió y la publicidad nos hizo creer que seriamos más felices consumiendo todo aquello que a ellos se les ocurría y para crearnos esa necesidad nos convencieron de lo que estaba o no de moda. Esto llega también al mobiliario de nuestras casas, a la vajilla, la cubertería etc. Os cuento esto porque el otro día leía en una revista que ”… las vajillas minimalistas ya estaban out...” (literal, estamos invadidos por el inglés) y lo que estaba de moda eran los diseños inspirados en las antiguas vajillas de la abuela. No es la primera vez que leo algo como esto, hace más o menos 10 años lo leí también, y hace 20 lo mismo, así que no os desprendáis de vuestra vajilla minimalista, que en 10 años causará furor, y si queréis estar a la última sin hacer ningún cambio se puede utilizar un mantel con un estampado más clásico y con mucho color. Y las que tengáis una vajilla clásica, ya sabéis, a sacarla del armario. Yo he sacado la mía, una vajilla de La Cartuja, que me regaló mi madre cuando cumplí 18 años mientras esperaba ilusionada que el regalo fuese una entrada para un concierto de Miguel Bosé o unos pantalones de marca; y que empecé a apreciar muchos años después.
Bueno, ya sabeis lo antiguo vuelve a estar de moda, en cuestión de menaje y quien pueda que rescate la porcelana de la abuela.