"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

¿Huevos Fritos?


En los años 60’, muchos españolitos habían cogido sus maletas para buscar en otros países un lugar donde poder trabajar. La hermana mayor de mi madre fue una de esas personas, que un día cogieron un tren en la estación de Atocha, en busca de un futuro mejor. Cuando se fué pensó que sería cosa de pocos años, pero al final fueron 37 los que pasó en París. En esa ciudad conoció a su marido, tuvo a sus hijas y nietos, pero todos los veranos cogía el tren de vuelta para pasar el verano con su familia. En cuanto nos daban las vacaciones en el colegio, todos los sobrinos, esperábamos ilusionados la llegada de nuestra tía, cuya maleta guardaba un rinconcito lleno de golosinas desconocidas para nosotros. Mi tía, además, es y ha sido siempre una excelente cocinera, y en sus visitas preparaba platos de la cocina francesa que sorprendían al resto de sus hermanas, cuyas recetas guardaban celosamente para prepararlas ellas en los días festivos. Uno de esos días en los que la tía Nina cocinaba en casa, después de un suculento plato con aroma a mantequilla, mientras los niños esperábamos impacientes el postre, apareció con una bandeja de…huevos fritos. Todos miramos extrañados a mi tía y ella sonriente nos animó a probarlos y … ¡ sorpresa! Era un plato dulce. Con medio melocotón en almíbar y ¿yogur? (no recuerdo que es lo que utilizó) había preparado un sencillo postre cuya apariencia era la de unos huevos fritos.



Quería meter este plato en La Cajita, porque creo que puede seguir divirtiendo a los niños de hoy en día, aunque seguro que ellos han visto platos mucho más elaborados que los de mi generación a su edad. Como los que iban a venir a comer a casa ya no eran tan niños, para preparar estos huevos utilicé lo siguiente:


  • 4 rebanadas de pan de molde grandes y gruesas
  • 2 tazas de leche
  • 5 cucharadas soperas de azúcar
  • 250 gr. de queso mascarpone
  • 2 melocotones grandes (o cuatro mitades de melocotón en almibar)
  • Una rama de canela
  • Un poco de piel de naranja.






Lo primero que hice fue escaldar durante 1’ los melocotones en agua, pelarlos, deshuesarlos. Luego preparé un almíbar ligero para meter las mitades y lo dejé reposar en el frigorífico. La primera vez que pelé los melocotones, me di cuenta que los había comprado rojos, por lo que me tocó bajar de nuevo a comprar, pero ya sabéis, “quien no tiene cabeza, tiene pies”. Podemos usar melocotones en almibar.


Mientras tanto, puse a hervir la leche junto con la canela y 3 cucharadas soperas de azúcar, corté las rebanadas de pan de molde de forma circular, las bañé en la leche, las rebocé con el huevo batido y las freí en abundante aceite caliente, es decir, hice unas torrijas con ellas.



Ya sólo hay que montar el “huevo”. Batimos el queso mascarpone con una cucharada sopera de azúcar, ponemos la torrija en el plato y cubrimos por encima con la crema de queso y coronamos con una mitad de melocotón, y ¡Ya está!


Pensaba que este plato no lo había vuelto a tomar desde que yo era pequeña, pero cuando, después de comer los he sacado a los postres, mi hija me ha dicho ¡huevos con petit suisse!, igual que cuando éramos pequeños, y es que la memoria a veces es muy selectiva.

Bon Appétit

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