"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Baked Alaska (helado en soufflé)


Todavía recuerdo la primera vez que oì hablar de este postre, no precisamente con este nombre, sino como helado en soufflé. Tendría yo unos 8 años, cuando un domingo por la mañana, mis padres nos empezaron a contar entusiasmados el menú que les habían servido en una fiesta la noche anterior. No recuerdo el resto del menú, pero si recuerdo la narración de mi padre sobre ese postre horneado que descubría en su interior un helado. Años después lo he podido tomar en un par de ocasiones, pero no mas, ya que lo que podía ser una novedad a finales de los 60' ahora pasa a engrosar la lista de las mal llamadas recetas viejunas, y que yo revindico desde aquí.

A no ser por el Whole, ni siquiera creo que este postre hubiese vuelto a mi memoria, pero hete aquí que Whole Kitchen en su propuesta dulce para el mes de julio nos invita a preparar un Baked Alaska.

Básicamente el Baked Alaska es un helado sobre una capa de bizcocho y cubierto por un merengue y horneado (soufflé).


Y esto es lo que nos cuentan en el Whole sobre esta receta:

El nombre de Baked Alaska se lo dio el chef francés del Restaurante Delmonico’s de Nueva York, Charles Ranhofer, que en 1867 creó esta tarta para celebrar la adquisición de Alaska por parte de Estados Unidos, en la que el merengue imitaba a la nieve de esta isla.

A pesar de que el nombre se lo dieron en 1867, hay muchas dudas sobre el origen real de este postre. Hay versiones que indican que se originó en China, otros opinan que fue en Estados Unidos y otros que fue Francia donde se creó este magnífico plato helado.

La versión estadounidense indica que durante la presidencia de Thomas Jefferson, en 1802, se sirvió un helado envuelto en una masa caliente que fue el precursor del Alaska.

En 1804, Benjamin Thompson Rumford, también experimento con las claras de huevo y en su investigación, llegó a un plato que denominó Tortilla sorpresa, en el que el helado también iba envuelto en merengue y horneado, aquí se demostró la capacidad aislante de las claras de huevo.

También los franceses han querido hacerse “dueños” de esta receta y aseguran que fue Balzac quien lo introdujo en el país gracias a un chef chino que le enseñó a preparar un helado envuelto en hojaldre crujiente que poco a poco fue derivando en la envoltura de merengue.

En 1895 el Chef del Hotel París de Montecarlo, bautizó al Baked Alaska como Omelette a la norvegienne, lo que hizo que este postre se hiciera popular en Europa.

Todo esto lleva a pensar que se hizo popular gracias al restaurante Delmonico’s pero que llevaba muchos años presentándolo como postre de grandes banquetes, ya que no fue hasta 1896, que no apareció por primera vez en un libro de gastronomía, fue en The Original Fannie Farmer.

Por supuesto que nosotros podemos preparar el bizcocho y el helado casero, pero yo he optado por unos ricos sobaos de base y un helado de tiramisú.

Ingredientes:
  • 6 sobaos estrechos (la cantidad dependerá del tamaño de los mismos)
  • 1 helado de tiramisú de 900 ml.
  • 6 claras de huevo
  • 300 gr. de azúcar
  • 250 ml. de agua
  • cremor tártaro
  • azúcar moreno para espolvorear.
Preparación:

Precalentamos el horno a 200º y preparamos una base de bizcocho del mismo tamaño que el helado que vayamos a utilizar, yo he utilizado unos sobaos. Dejamos en espera.


Preparamos un almíbar poniendo en un cazo el azúcar y el agua y dejando hacer a fuego lento hasta lograr un almíbar a punto de bola, esto es que si retiramos una cucharadita y lo dejamos enfriar, cogiendo un pellizco con los dedos podemos hacer con él una bola.


Mientras va cociendo el almíbar, montamos con las varillas las claras a punto de nieve con una pizca de cremor tártaro para darles estabilidad. Cuando estén las claras con una consistencia casi sólida, vamos incorporando poco a poco el almíbar en caliente sin parar de batir con las varillas hasta que el merengue esté firme.


Sacamos el helado del congelador y lo colocamos sobre la base de bizcocho. Yo he usado uno de tiramisú. Podemos usar el sabor que más nos guste, pero teniendo la precaución de que case bien con el merengue. Cubrimos completamente con el merengue, con la precaución de que no quede ningún sitio sin cubrir, pasamos un tenedor para hacerle algunos picos y espolvoreamos azúcar moreno por encima. 


Metemos inmediatamente al horno durante 5 minutos sin perderlo de vista, ya que en cuanto el merengue tenga un color dorado es el momento de sacarlo y servir inmediatamente. En lugar de hornear se puede flambear con algún licor que nos guste o quemar directamente con un soplete.


Yo tenía mis dudas al principio, de hecho metí el postre con miedo en el horno, pero aunque parezca mentira el helado está completamente entero cuando nos lo comemos, y el contraste del merengue caliente con el helado y el bizcocho es exquisito.

No me dí cuenta de hacer la foto del corte inmediatamente, la hice cuando ya nos habíamos comido la primera ración, pero pongo la foto para que veáis, que el helado está intacto.



Bon appétit
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