"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Tarta de nubes para Bego


Begoña es la hermana "pequeña" de mi marido, una chica jovial, alegre, que le gusta divertirse y que se resiste a hacerse mayor... jeje, como todos creo... , por eso para su 38 cumpleaños pensé en que su tarta debía ser fresca, colorida y rosa, sobre todo eso, rosa, con el nostálgico sabor del helado de fresa y las nubes que tanto nos recuerdan a nuestra infancia y juventud.



Ingredientes:
-1 l. de helado de fresa con trocitos
-18 galletas tipo Digestive
-75 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
-12 hojas de gelatina
-1 bolsas de nubes
-sirope de fresa












Preparación:

Ponemos la gelatina a hidratar en agua fría y mientras preparamos la base machacando las galletas, primero con la mano y después con un mazo de mortero hasta conseguir migas.


Añadimos la mantequilla y mezclamos completamente con las migas de la galleta.


Engrasamos el molde y repartimos la masa de galleta por toda la base extendiéndola y presionando con una cucharada.
Meteremos a la nevera unos 10 minutos para endurecer.


Mientras vertemos un vaso de agua en una cazuelita y lo calentamos, disolvemos la gelatina ya hinchada y vertemos en un bol.


Añadimos el helado de fresa derretido, un chorretón de sirope, unas gotas de colorante y corregimos de dulce, si nos gusta, añadiendo azúcar.
Removemos bien, vertemos en el molde y dejamos reposar al menos 12 horas en la nevera hasta cuajar.


Una vez listo desmoldamos sobre una bandeja bonita (ésta la hice yo con una cartulina sobre cartón y forrada con papel adhesivo)


Decoramos rodeándola con nubes que ataremos con una cinta de terciopelo y bañaremos toda la superficie con sirope de fresa.



Lista para sorprender!!







Por supuesto la homenajeada también se había liado en la cocina y tenía otra tarta, un esponjoso bizcocho de chocolate cubierto con crema de chocolate, de la que creyendo que no le veíamos, mi sobrino Diego, iba metiendo el dedo y rechupeteándose, pringándose los morros antes de empezar.


Y después de cantar el Cumpleaños Feliz dimos buena cuenta de las dos.






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