"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Tarta cebra de queso y chocolate


Siempre me ha gustado la combinación de colores y texturas en los platos. Durante años, el bizcocho amarmolado era mi favorito, por eso cuando vi por primera vez la tarta cebra sabía que la iba a hacer, lo que no sabía es que iba a tardar tanto tiempo.

La vi por casualidad, curioseando por el blog Zoomy Yummy. Había llegado allí desde otro blog que ahora no recuerdo, y me quedé un rato curioseando. Sólo curioseando, porque el blog es en inglés, y como ya os he dicho yo no me lleveo muy bien con los idiomas.. Pero enseguida me dí cuenta que en este blog no hay problema con el idioma, porque todas las recetas tienen un estupendo paso a paso, y Mr Google hace el resto.

Pero como he dicho antes, empecé a demorar la elaboración, y cuando ya tenía todo preparado, ¡zas! el cículo Whole Kitchen propuso su elaboración y vi llegar a Nieves emocionada diciendo:


-Ha salido la propuesta dulce, es una tarta cebra ¡me la pido!

No importaba quien la hicera para el Whole, porque yo tenía claro que haría la mia. Así pudimos ver la estupenda Zebra Cake que preparó Nieves, no le faltó ni el detalle del fondant para que tuviese un resultado espectacular, y os puedo asegurar que si bonita era por fuera, por dentro era un bizcocho muy esponjoso. Pero yo tenía que hacer la mía, porque era con queso, y yo las tartas de queso me pasa como a Petra, el alma mater de Zoomy Yummy, que las colecciono.

 
Ingredientes:
250 gr. de crema de queso
50 gr. de mantequilla 
100 ml. de leche 
6 huevos
40 gr.de harina
25 gr. de Maizena
1 cucharada de zumo de limón
150 gr. de azúcar
4 cucharadas de cacao en polvo


Preparación:

Mientras dejamos que el horno vaya cogiendo temperatura a 150º, vamos forrando con papel alumnio por la parte externa un molde desmoldable. Esto es importante, porque vamos a hacer la tarta al baño María y no debemos permitir que nos entre agua.


En un cazo ponemos el queso, la mantequilla y la leche y ponemos también al baño María, moviendo continuamente para que se vayan uniendo los ingredientes mientras se funden. Cuando los tengamos bien ligados y fundidos, los dejamos que se atemplen.


Seguidamente, separamos las yemas de las claras, y añadimos las primeras, junto con el harina y la Maizena y batimos hasta que nos quede una mezcla untuosa y suave. 


 Montamos las claras a punto de nieve junto con una cucharadita de zumo de limón. Cuando empiecen a endurecer, vamos añadiendo poco a poco el azúcar y seguimos batiendo hasta que nos quede una consistencia que forme picos.


Con cuidado mezclamos las claras con la mezcla anterior, teniendo cuidado de que no nos bajen las claras. Dividimos la masa en dos partes iguales, y en una de ellas añadimos el cacao en polvo. 


Ahora ponemos dos cucharones de crema blanca  en el centro del molde que hemos engrasado ligeramente. En el centro de la crema blanca ponemos dos cucharones de la crema de chocolate. Según vamos incorporando en el centro distintos cucharones alternando las cremas, estas se van desplazando hacia el borde del molde. Vamos alternando los dos colores hasta terminar con toda la masa.


Llenamos la bandeja del horno con agua y ponemos nuestro molde en el centro y dejamos hacer durante 50' aproximadamente a 150º. Ya sabéis que tenemos que conocer un poco nuestros hornos. Yo lo puse con el ventilador. Pinchamos al centro con cuidado cuando pensemos que puede estar listo, y si sale seca la brocheta, apagamos y dejamos reposar unos 10' más con el horno apagado antes de sacarlo. Luego dejamos enfriar en el frigorífico antes de desmoldar.


Yo como siempre me llevaba mi tarta de viaje. 


Me encantó la textura de esta tarta. 


No llegaba a ser una mousse, pero tampoco era compacta como otras tartas de queso.


Las rayas son vistosas, pero independientemente de eso, esta tarta es realmente deliciosa.

Bon Appétit.
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