"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Carpaccio de ternera con parmesano


No voy a contar con quien comí por primera vez carpaccio de ternera con parmesano, me lo guardo para mí, pero os aseguro que fue una comida romántica, en un restaurante italiano delicadamente decorado, tonos cálidos en sus paredes, mobiliario de madera rústica, velas en las mesas, mantelitos individuales y servilletas a juego con el ambiente y un gran horno de piedra en la entrada de cuyo interior a parte del olor a queso y orégano horneado salían docenas de pizzas constantemente, de masa fina y dorada que decían "cómeme".

El camarero acertada e impecablemente uniformado, absolutamente ambientado con el entorno y la cultura italiana con su gran amabilidad nos recomendó este plato, que mi acompañante ya conocía y que el rubor y el ambiente siempre "idealizado" de las primeras citas me obligaron a no poder negarme a pedirlo.

No sé si fueron las burbujas del refrescante "Lambrusco", la luz tenue del parpadeo de las velas, el aroma del local, la presentación del plato o la gratísima compañía, pero el carpaccio me supo de lujo.

Rociado con la cantidad exacta de un aceite de oliva virgen "superior" y el parmesano en "lascas" por encima me conquistó al igual que mi anfitrión.
Supongo que cuando lea ésto se quedará de piedra al saber qué grato recuerdo tengo de esta experiencia, ¡¡EL AMOR!! (Suspiro)

Que curiosa la manera de convertir un plato tan sencillo como este en una delicia para los sentidos, dependiendo del ambiente que nos rodee.
Pero esto pasa con casi todo, ¿verdad?

Y me animé a prepararlo en casa:

Compré el carpaccio ya laminado, un trocito de queso parmesano y con un chorrito de aceite de oliva virgen, en este caso yo utilicé la variedad "Picual" y el zumo de medio limón ya tenía todo lo necesario para preparar este plato.









Elegí un plato cuadrado, completamente blanco y con mucho cuidado al separar las lonchas para que no se rompieran con ayuda de un cuchillo para levantar los bordes, los fuí colocando en círculo por el plato, hasta terminar con toda la cantidad de carpaccio en una rueda central.


Exprimí con la mano medio limón regando el carpaccio y rocié con un generoso chorretón de este aceite de sabor intenso que tanto me gusta.
Finalmente repartí las "lascas" de parmesano por todo el plato.


El resultado salta a la vista, un plato de contrastes con la intensidad del color rojo de una buena carne de ternera roja.

En este caso lo comimos en casa en familia y me supo CASI tan rico como "aquella vez".


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