Pastas de mantequilla y frutos secos
Cuando era pequeña, mientras mi madre nos untaba las galletas con mantequilla para el desayuno, nos contaba la historia de las ranas y la nata. Para los que no conozcáis esta historia dice así:
"Había una vez dos ranas que entraron en una granja a curiosear, y por imprudentes se cayeron en una tinaja llena de nata. Las pobres intentaron salir, pero la densidad de la nata les impedía bajar al fondo de la tinaja para coger impulso, entonces empezaron a patalear intentando dar un salto, pero enseguida se agotaron. Una de ellas dijo entonces: "No puedo más, vamos a morir de todas formas y estoy agotada, así que prefiero que este sufrimiento acabe enseguida", dejó de patalear y se fue directamente al fondo, muriendo ahogada. La otra rana, más luchadora ella, se dijo: "Yo prefiero morir luchando", por lo que siguió pataleando y pataleando. Tanto pataleo que la nata empezó a espesar convirtiéndose en mantequilla, por lo que la rana pudo saltar al exterior y salvarse"
Siempre recuerdo esta historia cuando tengo que montar nata para no pasarme en el tiempo, y hoy también la he recordado mientras preparaba estas pastas con una excelente mantequilla Imperial asturiana.
Necesitamos lo siguiente:
250 gr. de harina
50 gr. de azúcar glas
200 gr. de mantequilla Imperial
1 yema de huevo
1 chorrito de leche
Mientras tanto, tamizamos el harina y le incorporamos la mantequilla. Amasamos a mano o en robot hasta que quede textura de pan rallado, entonces incorporamos el azúcar. Seguimos amasando un poco más y añadimos los frutos secos que teníamos reservados, la leche y la yema de huevo.
Mezclamos bien todos los ingredientes y hacemos una bola con la masa que dejamos enfriar durante 1 hora en el frigorífico.
Cuando la masa haya cogido cuerpo en el frigorífico, la extendemos con ayuda de un rodillo y vamos cortando las formas que más nos apetezcan.
Cubrimos una bandeja de horno con papel manteca, y vamos colocando las pastas que horneamos a 180º. Estarán más o menos en 15', pero como depende mucho de los hornos, es conveniente vigilarlas por si acaso.
Mientras tanto nos embriagamos con el aroma a mantequilla que sale del horno.
Las galletas no tienen que dorarse en exceso. Cuando estén listas las sacamos y las dejamos enfriar. Por último las espolvoreamos con azúcar glas.
¿Os apetecen?
Bon Appétit
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