"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Fanfanguito


El otro día fue el cumpleaños de mi padre. Aunque él ya no está , no hay día que no tenga un recuerdo para él  y al preparar este plato que se podía llamar de cualquier forma, decidí bautizarlo como “Fanfanguito” en su honor.

Mi padre trabajaba como Director Financiero en un almacén mayorista. Dicho almacén era distribuidor de juguetería, perfumería, lencería, ropa de cama y mesa, confección de señora, caballero y niño, papelería, en fin de casi todo.  Entre semana llegaba a casa tarde y cansado y además, en esa época el único día no laborable era el domingo, pero aún así, no le importaba día tras día preguntar: “Carmen has traído un perrito a casa”, mientras que alguna de nosotras ladraba debajo de la mesa o detrás del sofá, o ponerse a cuatro patas y servir de caballito, para cuatro niñas, (mi hermano Antonio  llegó mucho después), ver las representaciones de “magia”, bailes, o exhibiciones gimnásticas que le preparábamos  después de cenar, cuando seguramente, lo que le apetecía era echar un vistazo a la prensa o ver un rato la tele.


¡Uf! Me estoy desviando. Como he dicho antes, al trabajar mi padre en un almacén mayorista,  había muchas cosas que compraba allí directamente, tanto para nosotros como encargos familiares. Estos encargos venían siempre envueltos en papel de embalaje marrón y atados con una cuerda de pita, las bolsas de plástico no existían, o por lo menos no se veían (¡madre  que mayor soy ya!). Y ante la pregunta  de alguna de nosotras: “Papi, ¿qué has traído, que has traído? , las respuesta siempre era la misma; con una sonrisa pícara nos decía:  un fanfanguito. ¿Y que es un fanganguito, papi?, ¡Ah…!, era la respuesta de mi padre.

Tardamos mucho tiempo en darnos cuenta que un fanguito era una palabra inventada que mi padre utilizaba cuando quería dar suspense a algo o cuando no quería contestar (había paquetes que nunca se abrían delante de nosotras, sobre todo en Navidades, pues se hubise perdido la magia de los Reyes), cuando veíamos el contenido del paquete, nos preguntábamos cual de aquellos objetos sería el tan ansiado fanfanguito. ¡Que inocencia!

Así que he decidido hacer mi fanfanguito gastrónomico por el cumpleaños de mi padre. He utilizado lo siguiente:

Ingredientes:

1 kg de carne picada (le gustaba más la carne que el pescado), 40 gr. de almendras crudas (se volvía loco por los frutos secos, sobre todo las almendras), 40 gr. de almendras tostas al horno (yo no tenía suficientes de un tipo), 1 vaso de sidra natural (antes sidra que champán decía), masa de hojaldre, 2 cebollas grandes, 2 huevos, perejil, pimienta, cebollino, sal y aceite. Los pimientos están en la foto porque eran otro de sus platos preferidos. Cuando junté los ingredientes todavía no sabía que iba a hacer y al final no los utilicé en este plato, aunque si los hice como entrante, pero esos ya os los pondré otro día.

Elaboración:

Picamos la cebolla y la ponemos en una sartén con aceite hasta que esté transparente, entonces añadimos la carne picada y la sal y vamos removiendo  con cuidado y separando la carne con una cuchara de madera para que quede sueltecita. Cuando la carne ha perdido su color rojo se le añade un vaso de sidra natural y movemos otro poco para que se impregne bien.


Mientras tanto picamos las almendras para que queden como granos, ni muy gruesos ni demasiado pulverizada y las incorporamos a la sartén. Movemos de nuevo, añadimos el perejil y la pimienta, apagamos el fuego y retiramos para que no continúe el calor.


 Mientras tanto estiramos la masa de hojaldre con un rodillo y forramos con ella un molde redondo. Pinchamos con un tenedor toda la base.


Vertemos toda la carne, alisando la superficie, batimos dos huevos con un poco de cebollino picado y se lo echamos por encima, procurando que nos cubra toda la superficie.


Por último metemos al horno previamente precalentado a 200º durante 30’


Desmoldamos y yo lo serví caliente, pero la porción que me quedó la tomamos fría y estaba también muy rica.




Bon Appétit

Nota: En este blog Nieves y yo pretendemos guardar, además de platos y recomendaciones gastronómicas, un poquito de nosotras. 
Hace cinco años que mi padre no está y como he dicho antes, no pasa ni un día sin que me acuerde de él. Entre bromas le grabé con mi móvil unas palabras en su último cumpleaños. No quiero que se pierdan, por eso aprovecho esta entrada para guardarlas en la cajita. Audio

Imprime esta receta