"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Korgui Bar Gastronómico


Madrid, ¡¡que ciudad!!
Una vez me fui de ella tan sólo a 200 km y me sentía como si me hubieran cortado un brazo.

"Los Austrias" mi zona preferida, un barrio de Madrid donde pasear por sus calles es algo indescriptible.

Escaleras que suben y bajan, callejuelas estrechas y anchas, fachadas de casas con balconadas elegantemente decoradas y cuidadas, rincones con pequeños jardines que descubrir, empedrados de siglos pasados... bares, tabernas, restaurantes, gente... y al caer el sol... terracitas, velas, flores y música inundan el ambiente.


Era mi quinto aniversario, no sé por qué, pero tenía que ser mas especial que los demás, quizás porque nuestra pareja no ha pasado muy buenos momentos este año.
Parece que tienen que ir las cosas mal para celebrarlo con mas mimo, en lugar de ser al revés, pero bueno, "cosas del querer".

Subiendo la escalinata de piedra y canto rodado de la calle Rollo, desde la calle Segovia, accedemos a una recóndita placita abrigada por dos antiguos edificios por cuyas paredes trepan enredaderas y arbustos de flores rosas... discretamente, pasando casi desapercibido se encuentra Korgui, un bar gastronómico, cuya cocina fusiona la española, japonesa y mexicana.

Accedemos a un gran salón, que aunque muy amplio, la primera sensación es de calidez, gracias a su decoración de piedra, respetando las antiguas paredes y su luz anaranjada.
Sillas blancas destacan sobre las mesas en tonos marrones oscuros.
Ambiente únicamente roto por las vigas de acero emulando vias de tren.


Dando la nota de color, unos lindos mantelitos individuales color pistacho y dos grandes copas, nos esperan en una mesa absolutamente "minimalista", sin adornos ni florituras, que no se echan de menos, únicamente iluminadas con una discreta vela blanca.


Frente a nosotros una barra repleta de licores, copas, pajitas y sombrillas de fantasía en la que tomarse los cósteles mas originales de Madrid.
En una pizarra, escrito con tiza, se pueden leer los siguientes: Daikiri de mandarina, Tequila de naranja o Mojito de fresa por nombrar algunos, que varían a diario.


Y de su recogida cocinita comenzaron a salir los platos del menú degustación que elegimos para la ocasión:

APERITIVO
Mousse de pato y coulis de guayaba


DOS TAPAS
Langostinos ajonjolí con mayonesa de soja
Sashimi de pulpo con guacamole y aliño de lima


PLATO DE PESCADO
Timbal cremoso de bacalao bañado con salsa de cilantro


PLATO DE CARNE
Mini hamburguesa de Wagyu y patatitas con cebolla caramelizada


POSTRE
Arroz con leche y helado de turrón


Acompañamos este completo menú con unas copitas de vino, Miguel se decantó por un blanco verdejito fresquito y yo clásica y fiel a mi Ribera Duero, me decanté por un tinto.

Unos panecillos calentitos de cereales y sésamo con un toque de pimienta completaron esta degustación.

No sé si fué la comida, el vino o la compañía pero al alzar la vista por encima de nuestras cabezas pudimos ver las estrellas.


Caía ya la noche cuando salimos abrazados y al mirar al horizonte nos encontramos con el anochecer mas bonito que he visto yo en Madrid. Y al fondo el puente de Segovia.
  

No podía haber estampa mas romántica. 

Espero que os haya gustado y que si venís por Madrid os acerquéis a este rinconcito encantador.
Nosotros repetiremos seguro.

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